Fomento del Trabajo (antes «Nacional», como «española» era la Cruz Roja)

Ése es el nombre de la patronal catalana. Hasta no hace mucho incluía en sus siglas la “N” de Nacional. Pero la letra cayó en desuso. Días atrás la ejecutiva al completo de la organización empresarial viajó a Perpiñán para reunirse con Puigdemont. No con un gurú de las finanzas o un premio Nobel de Economía… no, con un delincuente fugado. “Reunirse con” en este contexto vale por “rendir pleitesía a”. Se ha sabido que hubo reuniones previas en la “Casa de la República en el Exilio”, es decir, en el casoplón de Waterloo, aunque no se sabe a ciencia cierta de dónde han salido los monises para mantener al interfecto y a su séquito de asesores… que si de empresarios afines, que si el oro de Moscú, en versión actualizada, o acaso de esos centimillos del tramo autonómico de su IRPF de usted.

Al frente de la patronal está un señor llamado Sánchez Llibre, uno de los dirigentes democristianos de la extinta CiU, vinculado por lazos familiares, eso está hecho, eso está hecho, Dani, Dani, Dani y sus berberechos, a una popular industria conservera. Parece que a Puigdemont le han presentado un memorándum compuesto de numerosos y bien trabados argumentos para dinamizar el alicaído tejido industrial de la región. Una cosa, qué duda cabe, muy grave y sesuda.

Se da, no obstante, la curiosa circunstancia de que el proyecto político estelar del sujeto en rebeldía, el traído y llevado “proceso”, y la proclamación de la fugacísima república independiente, alrededor de ocho segundos, han propiciado la desbandada de casi diez mil empresas que han hallado, impelidas por la inseguridad jurídica reinante, refugio en otras zonas de España. Es decir, un negocio redondo, al margen de consideraciones de mayor fuste que la mera dimensión económica.

Cierto que el empresariado local nunca se ha distinguido por su heroísmo, pero también lo es que su imbecilidad no había alcanzado tan cimeras cotas, y eso que en las últimas décadas ha promovido, a golpe de talonario, el fortalecimiento del nacionalismo excluyente y de su capilaridad asociativa hasta impregnar con sus dejes intolerantes hasta el último rincón de nuestra sociedad. El viejo truco de fomentar el particularismo para arrancar de los gobiernos capitalinos mayores concesiones, ventajas fiscales o, como sucedió en sus inicios (finales del XIX), para inducirle a adoptar las políticas arancelarias defendidas por Prat de La Riba y Cambó. Sucede que al echarle pienso al engendro, éste crece, cobra vida propia, se desmanda y escapa al control de sus mentores. Sucedió en los años 30 del pasado siglo, cuando ERC le comió la tostada a La Lliga. Ha sucedido recientemente (el proceso de marras) y sucederá de nuevo si se repite la fórmula. Es la ley del eterno retorno. A mismas causas, mismos efectos. Dicho a la pata la llana: la burra vuelve al trigo. No han escarmentado. Como decía Lenin antes de mancharse las manos de sangre al inaugurar la maquinaria homicida del bolchevismo exterminador: “los burgueses nos venderán la soga con la que les ahorcaremos”.

Fomento del Trabajo, antes Nacional, se alinea con la peor versión de esa Cataluña autocentrada, supremacista, aldeana, hostil, odiadora, aborigenista, que con desánimo y tristeza percibimos los catalanes exentos de talante localista. El estamento empresarial ha decidido que en la convivencia bastardeada y en la inobservancia de la ley, en la política tumultuaria, pueden abrirse paso sus intereses. Sucede que cuando esos intereses se disocian de las necesidades reales, diarias, de las gentes del común a las que habrían de ilustrar con actitud ejemplarizante en cumplimiento de la función rectora que se le supone o atribuye, se convierte en parte del problema, en un escollo más, en un obstáculo para sanar a una sociedad enferma. Y si Cataluña no lo es, no lo es ninguna. Y se desvanece la necesaria estabilidad para la provechosa articulación de procesos productivos que coadyuven a la mejora de las condiciones de vida materiales del colectivo.

Y nada ya les distingue de esa otra pata del banco de la Cataluña oficial, o regimental, que son las centrales sindicales autodenominadas de “clase”, que también desempeñan un tristísimo papel en esta función. No en vano, las cúpulas de CC.OO y de UGT jamás confrontaron los jeribeques, alharacas y pantomimas “procesuales”, y siempre se distinguieron por su inveterada y férrea defensa de esa cacicada, contraria a las libertades, que es la inmersión obligatoria en catalán. Atiéndase si no a las declaraciones subalternas de sus dirigentes más destacados, Josep Maria Àlvarez (antes José María), el de la pañoleta palestina, y un tal Pacheco, devorador insaciable (braquicéfalo zampabollos) de cuanta bollería industrial le pongan a tiro. Eso y que no es alérgico al marisco. Bien entendido que las saneadas cuentas de las centrales sindicales, lejos de financiarse íntegramente con las cuotas de sus abonados, en buena medida dependen de las subvenciones públicas (cursillos de formación y otras bagatelas). Y por ello, perfectamente amaestradas, mueven la colita ante sus benefactores y jamás morderán esas providentes manos que les dan de comer (e insistimos, el tal Pacheco gasta pinta de tener buen saque a la mesa). De ahí que la bajeza moral y el vocacional servilismo de los mandamases de Fomento son aún mayores que las de sus pares sindicales.

Diríase que su nomenclatura rendida ante Puigdemont replica la genuflexa conducta de “Pinganillo” Sánchez ante el rey de Marruecos o ante Arnaldo Otegui (“si la cosa se tuerce, liquidad el bulto”, instrucción básica en caso de secuestro que diera el antedicho a sus comandos), que es la misma del soez chascarrillo del “pato que saca manzanas del tonel” y que no glosaré más detalladamente por estar sujeto a las restricciones propias del horario infantil. Que las tragaderas de nuestro empresariado son amplias, lo demuestran infinidad de anécdotas: las manazas de Nutrexpa (Cola-Cao, Nocilla: Adéu Espanya!) en un acto de ERC, los ánimos combativos del jefazo de la farmacéutica Grifols a Artur Mas: No s’arronsi, president (“No se arrugue, presidente”) o el sectarismo de PIMEC (la patronal de la pequeña y mediana empresa), que inicia una ronda de contactos con todos los partidos regionales con representación parlamentaria ante la nueva cita electoral (12 de mayo), pero excluye a Vox, que no ha dado ningún golpe de Estado, que sepamos, y que es probablemente el más significado de todos en defensa de los autónomos.

Pero hay más. Suma y sigue. La Cámara de Comercio de Barcelona, ahí es nada, ha sido honrada con la presidencia de Joan Canadell (Petrolis Independents), separatista furibundo convencido, así lo manifestó, de que Miguel de Cervantes era catalán, acaso de Rupit, por qué no de Capolat. Se dice de esa luminaria del pensamiento que anda en la órbita del partidillo radical creado por Clara Ponsatí (fugada tras el golpe de 2017 y que derrochó enorme empatía durante la pandemia coronavírica al citar, cuando Madrid descollaba en el cómputo de decesos, aquella divisa promocional de tiempos de La Movida: “De Madrid al cielo”… tronchante). Con esta ganadería selecta no es de extrañar que un estudio publicado (24/04) en Libre Mercado concluya que el índice de libertad económica comparado por regiones sitúe a Cataluña en el penúltimo puesto de diecisiete con una puntuación de 3’4 sobre 10, sólo por delante de Extremadura y justo detrás de Canarias.

En resumidas cuentas: Puigdemont, según fuentes bruselenses dignas de todo crédito (y no es una de ellas el Mannekempis), deambulaba errático por su mansión, medio turuta, viendo fantasmas por todas partes y temiendo que agentes infiltrados del CNI le envenenaran la comida (acaso hasta el punto de dársela a probar a alguno de sus ayudas de cámara), convertido en un fantoche desquiciado y en pura irrisión. Y va el “feloncillo” (de “felón” y “meloncillo”) de “Enamorado” Sánchez y le resucita aupándole a la primacía de la política española. ¿Y quién remata la faena? Fomento del Trabajo. Por asociación de imágenes, nos recuerdan tan virtuosos empresarios a Emilio Botín, que en gloria esté, cuando ataviado con unas bermudas coloradas que no estilizaban precisamente su pícnica figura, le reía las gracias a Zapatero, hoy correveidile plenipotenciario de la Narkomintern bolivariana del Grupo de Puebla. Y es que en una versión apócrifa de las Escrituras se lee aquello de que “antes pasará un camello por el ojo de una aguja que no entrará un dirigente de Fomento en el reino de los cielos”.  

Puigdemont (centro de la imagen).- ¿Saben ustedes la adivinanza del pato que saca manzanas de un tonel?

Sánchez Llibre.- Un servidor desfilará el primero en calidad de presidente de Fomento. El primum inter pares ha de dar ejemplo… y además he reforzado los pantalones con unas resistentes rodilleras de pana.

«Roda el món i torna a Camprodon» («Recorre el mundo y vuelve a Camprodón»)

El tractor de la Asociación por la Tolerancia regresa a nuestras coordenadas geográficas tras su paso por las Fallas de Valencia (“ninot” de Puigdemont «desposando» a “Pinganillo” Sánchez… “por siete votos tienes el culo roto”) para recorrer “les contrades del pais” (caminos, sendas y “regiones” en sentido amplio) y visita Camprodón, comarca del Ripollés, provincia de Gerona. Esto es, territorio Orriols, una de las emergentes figuras del nacionalismo catalán (Mori Espanya i visca Catalunya! (*), que así concluye sus exaltadas soflamas la aborigenista ultramontana). Acudimos a esa bonita localidad famosa por el Puente Nuevo, confluencia de los ríos Ter y Ritort, y por las galletas Birba, omnipresente golosina en tantos piscolabis, de la mano de Ángel Escolano, presidente de Convivencia Cívica Catalana.

En efecto, el joven y activo abogado de la resistencia contra el nacionalismo, que lo será siempre (joven) a causa de su inalterable fisonomía (**), se desplazó hasta Camprodón para denunciar al consistorio gerundense por el flagrante incumplimiento de la traída y llevada Ley de Banderas vigente (sic) en España, que es, probablemente, la ley más incumplida del mundo. Comoquiera que Escolano no tuvo ocasión de presentar la denuncia en las dependencias municipales por trabas burocráticas, decidió hacerlo en el cuartelillo de la Guardia Civil sito en la carretera de Molló, a unas cuadras de distancia del ayuntamiento infractor. De entrada sorprende que, a pesar del repliegue paulatino, pero constante, de unidades de la Benemérita y del Cuerpo Nacional de Policía, a causa de las cobardícolas cesiones de los sucesivos gobiernos nacionales a las demandas nacionalistas, persista dicho cuartel en aquellos parajes. Pero la sorpresa fue mayor cuando el protagonista de este episodio, al personarse en el cuartel, comprueba incrédulo que tampoco ondea allí la enseña nacional. Acabáramos.

Uno se malicia que nuestro abogado justiciero, al inquirir al oficial al mando, se llevara la tan socorrida respuesta en estos casos: Es que precisamente hoy tenemos la bandera en la lavandería… si regresa usted mañana la verá ondear en el mástil majestuosamente. Qué casualidad. Ésa es la cantinela que siempre tienen a mano los burgomaestres de obediencia separatista al recibir un requerimiento judicial para colocar, no de grado, si no tras denuncia, la bandera rojigualda en la balconada edilicia.

Ésta en apariencia inocua anécdota (que en absoluto lo es, pues cuando se desobedece una ley, por protocolaria que sea o por limitado que sea su alcance, se traslada el mensaje de que se obedecerán las leyes según el gusto y capricho de los representantes electos encargados de hacerlas cumplir) nos dice que de aquella antañona consigna del “Todo por la Patria” sólo queda el letrero y que el instituto armado, en virtud de la obediencia debida que le informa, y dado su carácter militar, tiende a confundirse con el paisaje por la bizcochable voluntad del generalato. En otras palabras, las leyes que me placen se observan de manera meticulosa, y las que no, allá películas. Y la misma fórmula se aplicará a los derechos fundamentales de la ciudadanía: los que considero míos son sagrados, inviolables, y los que otros reclaman para sí, me la soplan.

Ejemplos concernientes a la Guardia Civil no faltan de un tiempo a esta parte, lamentablemente. Recuerda uno con bochorno infinito al Jefe del Estado Mayor del cuerpo, J.M. Santiago, en comparecencia ante los medios durante la pandemia (ésa de la que nos dijera un tipo llamado Pedro Simón -¿qué ha sido del andoba ése?- que en España habría muy pocos casos, y de la que todavía no sabemos el balance definitivo de fallecidos que dejó a su paso), cuando afirmó que una de sus misiones, relacionada con la gestión del coronavírico holocausto, consistía en vigilar los bulos en los medios y en las redes críticos con la acción de gobierno. En la ensalada hay más ingredientes, sea el de la animadversión de Pequeño-Marlaska, es decir del gabinete ministerial en pleno, siempre a las órdenes de sus socios de investidura, contra el coronel Pérez De Los Cobos por su actuación contra el golpe urdido en el año 2017 por el gobierno regional de Cataluña. O la presunta implicación en el caso “Mediador” de un general, Espinosa Navas… caso incrustado en las fechorías del universo “Tito Berni”, variopintas corruptelas del socialismo en Canarias que, como tantas otras de la misma bandería, acaban, es una constante matemática, entre putas y cocaína.

Pero hay más. Subimos la apuesta y nos damos un garbeo por la región marítima del Estrecho, controlada a placer por los narcos, pues su flotilla es infinitamente más poderosa que las zodiac que opone la Guardia Civil… unos artefactos hinchables por el mismo procedimiento, insuflar aire a pulmón gentil, que el de las colchonetas de playa infantiles con forma de cocodrilo o de unicornio. Por aquellas playas, Tarifa, Barbate, y otras muchas, navegan alegremente, como si fueran yates de recreo, los reyes del hachís armados con machetes, embistiendo a las patrulleras impunemente y matando a pares a los agentes de escala básica. No acaba aquí el carrusel de estropicios. Se ha sabido recientemente que fueron expurgados dolosamente expedientes de atentados terroristas, no esclarecidos, por orden de la superioridad para omitir lacayuna y vergonzosamente la presunta participación de Arnaldo Otegui (“ese hombre de paz”, Zapatero dixit) en al menos un asesinato. Chúpate ésa. De tal suerte que la cúpula de la Guardia Civil caminera (“avanzan de dos en fondo”), émula de la colosal bellaquería de Conde-Pumpìdo, anda dispuesta a manchar tricornio y capote con el polvo del camino.

Así están las cosas en esta España nuestra desnortada y desnacionalizada. Trabajo no le faltará al bueno de Ángel Escolano en cuanto regrese de Camprodón al área metropolitana de Barcelona. El fenómeno se repite en distintas alcaldías regentadas por socialistas del PSOE-PSC (y no es un gazapo, no invertimos al descuido los términos del binomio, pues el partido matriz es el PSC y la sucursal madrileña el PSOE): Molins de Rei y Montcada i Reixach. El primero de ellos, Xavier Paz, se jacta en las redes de burlarse de las disposiciones judiciales que le instan a colocar la bandera nacional en la balconada consistorial. Ya conocemos el guion: lavanderías, minúsculos banderines de mesa en un rincón (siguiendo la estela del alcalde de Gallifa, provincia de Barcelona), o banderas atadas al mástil para impedir su undívago movimiento. Y el segundo, Bartolo Egea (obediente al fenotipo “zampabollos”), no ha desafiado ninguna sentencia judicial, que sepamos, pero me atrevería a decir que obvia el sentimiento de pertenencia nacional, a lo poco, del 80% de sus votantes, bien entendido que la mayoría de ellos cree votar al PSOE de Felipe González cuando en realidad lo hace al PSC… queriendo con ello decir que los antedichos son capaces de tragarse cualquier sapo, aun el más venenoso. Roda el món i torna a Camprodon, que dicen por aquellos lares.

(*) ¡Muera España y viva Cataluña!

(**) Un poco a la manera de Errejón, sólo que Escolano es persona diligente y capaz y no un listo cardón que no da un palo al agua (“beca black”, universidad de Málaga) y sólo piensa en ronearse con las churris más chic del universo podemita.   

Hasta las p*****s de las galletas Birba. Rellene usted los espacios (asteriscos) con las letras que faltan

La falla indultada

Esta vez agarramos nuestro tractor y nos trasladamos a Valencia. De paso nos sumamos en ruta, solidariamente, a las tractoradas que organizan los agricultores por toda España para protestar contra las directivas comunitarias, agenda 2030, y contra la pésima gestión del sector agropecuario y pesquero en el debe del calamitoso gobierno frentepopulista de “Pinganillo” Sánchez. Anda éste obsesionado con la amnistía a Puigdemont y sus secuaces, la colonización de todas las instituciones del Estado a la manera bolivariana (la última, RTVE) y con la neutralización de Díaz Ayuso (principal sospechosa, según el ejecutivo, de la caída del imperio romano de Occidente), entre otras maniobras y fechorías. De tal manera que las gentes del campo le importan, claro es, un pimiento. Esta vez las tractoradas obedecen a las reivindicaciones de sus promotores y no, como vimos en Cataluña durante la fase efervescente del “proceso”, a la conchabanza de los rabassaires de barretina calada hasta las cejas con la trama golpista orquestada por el gobierno regional. Entonces los tractores (Unió de Pagesos) fueron las panzerdivisionen del nacionalismo, su rústica punta de lanza. Nos felicitamos, pues, de que los agricultores ejerzan de agricultores y no de escamots (*) mecanizados.

Las fallas de Valencia, los “ninots”, llegan por primavera y es costumbre indultar a una de ellas, que es instalada y exhibida en un museo establecido al efecto. Son policromas alegorías de cartón inflamable. En la imaginería fallera abunda la sátira política, la acibarada y punzante crítica del momento. Asuntos, como reza el tópico, de candente actualidad. Tan candente, que acaban la mayoría siendo pasto de las llamas, devoradas por el fuego purificador y reducidas a cenizas. Arte fugaz. Ésa es, precisamente, una de las cualidades atribuidas al fuego: la purificación. Al pie de la letra lo tomaron los fanatizados inquisidores que mandaron a la hoguera a miles de personas. En España, fundamentalmente, a conversos sospechosos de judaizar en secreto, autos de fe (**), y en otros lugares, los muy activos Tribunales Eclesiásticos reformados de Europa central y septentrional (Alemania, Suecia, Holanda), a sospechosos de herejía y/o brujería (**). E incluso hoy, entre los musulmanes rigoristas de Estado Islámico, a los apóstatas.

El fuego fallero recuerda la institución del chivo expiatorio (bouc émissaire) documentada magistralmente por James George Frazer en “La rama dorada”, que es un compendio etnográfico no superado. Ese tratado monumental (se han editado versiones abreviadas) de recomendabilísima lectura data de cuando la antropología tenía como objeto el ser humano en su dimensión cultural, el porqué de su artefactos culturales, el hecho civilizatorio, incluidas las sociedades ágrafas, demográficamente reducidas y tecnológicamente atrasadas, y no, como en la actualidad, que actúa a guisa de comparsa de los doctrinarios y encarnizados enemigos del modo de vida occidental, de la mano del “deconstructivismo” filosófico y lingüístico (Derrida y compañía), del más absoluto y disolvente relativismo moral y de una desbocada e incendiaria eurofobia. Hablamos de cuando la antropología abandonó su pretensión de convertirse en una disciplina reglada en aras del conocimiento, para devenir un arma ideológica al servicio de la extrema izquierda. Finales de los 80’: en la Facultad me hicieron leer a Rorty y a Chomsky, entre otros. No se lo deseo a nadie. El segundo es especialmente megaplúmbeo, un tostón apabullante. Y diría que aún no se ha muerto.  

Sobre el chivo expiatorio se proyectan todas las caspicias morales del grupo y se le deja partir para que lleve su infanda carga lejos de nosotros. Una manera, un tanto intuitiva y escapista si se quiere, de hacer borrón y cuenta nueva… una suerte de ceremonia lustral, una sencilla fórmula para sacudirse de encima nuestras propias iniquidades, de quedar exonerados de nuestras culpas y de propiciar un nuevo renacimiento, con la pretensión, claro es, de ensuciarse otra vez con el polvo de ese camino tortuoso y enlodado que es la vida. Y, de ese modo, albardar el lomo de otro espécimen sacrificial. Una constante, un bucle infinito. Lo dicho, o se le daba una patada en los cuartos traseros, “largo de aquí, bicho”, o se le inmolaba.

El mecanismo del fuego purificador es muy similar. Arrasa con lo viejo y caduco, con aquello de lo que nos queremos desprender para los restos, como bien saben los estudiantes (una sabiduría ancestral) que mandan a la hoguera, solsticio de verano, errabundas pavesas de formulaciones químicas y declinaciones latinas, los apuntes del ejercicio académico superado con nota. Salvo el caso de aquél que, en la ilusoria esperanza de haber aprobado, acabó suspendido y entró en pánico al ver reducidos a cenizas los apuntes de la promoción al completo. Sostenemos en nuestro fuero interno un aún humeante rescoldo de esperanza cuando las llamas consumen la alegoría fallera que da fe notarial, pongamos por caso, de la corrupción política o de la supina estupidez de una celebridad. Deseamos que el motivo de la escultórica denuncia sucumba para siempre en esa ígnea hecatombe. Nos engañamos, sí, pero eso va con la naturaleza humana. Es el principio de la magia simpática, en su vertiente imitativa, lo similar produce los mismos efectos… principio que integra “el alma primitiva” que tiempo ha describió Lévy-Bruhl.

Una de las fallas en concurso es “indultada”, “amnistiada”. Y qué mejor falla, en este año, que la falla que representa el indulto que condiciona (y condicionará por tiempo indefinido) la política española. Una composición tan descriptiva como definitoria: Puigdemont encula a la brava, abruptamente, al monigote de Pedro Sánchez. El golpista fugado amplía con sus rabiosas embestidas, así es la escena, ni quitamos ni ponemos, el diámetro anal de aquél, dejándole el bullarengue como un “bebedero patos”. Clavado. Sin adornos ni oropeles, tal cual. Una imagen vale más que mil palabras. Puigdemont es el dante y el presidente de la nación escarnecida, el tomante. Para qué sesudos ensayos, artículos en prensa y tertulias interminables cuando esa falla lo explica todo a las mil maravillas, con una exactitud y una precisión micromecánicas. Y con pulcritud, pues, por deferencia al espectador, por ese mínimo de pudor exigible que agradecemos al autor de la obra, una bandera estrellada oculta a nuestra mirada los elementos protagonistas del acoplamiento more ferarum.   

No queda más que imaginar, por cerrar el círculo, a la fallera mayor, ataviada con su vestido de gala, banda al pecho con los colores nacionales, y ese peinado espectacular, esos rodetes a guisa de Dama de Elche encarnada (que fantasía erótica más sugerente que una fallera despampanante, corpiño, liguero, medias de lycra, zapatos de tacón de palmo y fusta en mano de azuzar a las caballerías: una fallera dominatrix) librando a la indultada “falla del indulto” el diploma de su victoria y su consecuente salvación del fuego lustral.

(*)  escuadras, grupos de asalto

(**) para ambos casos, acúdase a “Los judíos en la España Moderna y Contemporánea” y “Las brujas y su mundo” de Julio Caro Baroja

“¿Gozas vida?” “Haz conmigo y con España lo que quieras… soy tu putita”. A esto le llaman ahora “tender puentes”

Una «fatwa» báltica

El cansino e inconcluso “procés” separatista ha alcanzado al fin dimensión internacional. La tan ansiada conjunción de lo local con lo universal. Se han comentado profusamente los vínculos de Puigdemont y su cohorte golpista con el régimen de Putin. Financiación, monedas virtuales, envío de tropas (“los diez mil hijos de Putin”, reclutados a partes iguales entre los spetsnaz y los mercenarios del grupo Wagner), imágenes tergiversadas de heridos en cargas policiales difundidas desde servidores allende nuestras fronteras, espionaje y reuniones frecuentes con enviados del Kremlin (Elsa Artadi admite en sede judicial que ella participó al menos en dos de esas “cripto-cumbres”), en definitiva, la conversión de Cataluña en la Transnistria occidental, y por añadidura la del esclavista y palanquista Barça en el Sheriff deTiraspol… Transnistria y Tiraspol que tienen un aire a la creativa toponimia balcánica de las aventuras de Tintín (Syldavia, Borduria, etc). Donde los disidentes son eliminados con polonio o supositorios de glicerina, pero con el “nitro” delante. Toda una variada panoplia de toxicidades para desestabilizar España y por ende sembrar la discordia en Europa. Pero últimamente el fenómeno (la revolució dels somriures*) ha cobrado mayor resonancia tras la invasión de Ucrania y abona el temor en el continente a las ambiciones desmesuradas del zar moscovita… que amenaza en su integridad a estados miembros de la UE, sea el caso de las naciones bálticas.

Comoquiera que Cataluña ha sido el banco de pruebas de esos tejemanejes, es mencionar el nombre de nuestra bien amada región y todos los dirigentes europeos tuercen el gesto: “¡Qué pesadilla!”. De este modo el nacionalismo catalán se ha ganado por méritos propios el galardón de nacionalismo identitario egoísta, antipático, excluyente, caprichoso, tonto, impostado y artificioso. Una verdadera basura de nacionalismo.

Nos dieron la turra nuestros aborigenistas enragées proclamando a los cuatro vientos que Europa (y más allá) se desvivía por recibir a Cataluña en su fraternal seno. Alfombra roja, brazos abiertos, timbales y clarines. Todas las cancillerías europeas tenían el champán a punto para brindar por su automática incorporación a la UE y al Consejo de Seguridad de la ONU en calidad de miembro permanente, de una sola tacada y en tiempo récord. Pero los sueños confrontados con la realidad arrojan el siguiente balance: que sepamos, sólo ha gozado en la comunidad internacional del pláceme entusiasta del separatismo biafreño. Y últimamente del gobierno español. El problema reside en que el nacionalismo catalán esperaba el aplauso de Europa yendo, átame esa mosca por el rabo, de la mano de uno de sus mayores enemigos. Curiosamente, y esto que aquí va daría para un extenso comentario, el autócrata ruso suscita las simpatías por igual de banderías antagónicas, lo mismo de los europeos que se avergüenzan de ser tales y ejercitan el «autoodio», la extrema izquierda, que de otros que se intitulan fervientes defensores de la civilización occidental y lamentan tanto su innegable decadencia que casi les complacería verla para siempre devastada.

A todas estas, Albares, el ministro de Exteriores del gobierno frentepopulista (y ya decididamente corrupto, affaire Koldo y sus tentaculares derivaciones), deja caer en una reunión que España costearía en su totalidad el gasto que supondría el reconocimiento en la UE de algunas de las lenguas regionales que en España gozan del estatus de co-oficialidad, catalán, gallego y vascuence (incomprensiblemente silbo gomero y bable no entrarían en la mejora). Y las primeras negativas proceden, jarro de agua fría, de sus colegas letón y lituano, Krisjani Karis y Gabrielus Landsbergis. El primero aduce que hay otras cosas más importantes de las que ocuparse. Un hombre cabal. Y el segundo avisa del riesgo de contagio a otros países. Cita caso en carne propia: la lengua rusa que emplea comúnmente un segmento significativo de la población lituana. De tal suerte que podría darse la paradoja de que el ruso adquiriese, por similar procedimiento al catalán, el marchamo de lengua oficial de la UE. Nos referimos a dos mandatarios bálticos que, tiempo ha, eso nos dijeron reiteradamente en TV3, eran especialmente sensibles y receptivos a las aspiraciones de “nuestros” nacionalistas. Si tal sensibilidad hubo, por así decir, se disipó a fuerza de flirtear precisamente con el más declarado enemigo de sus soberanías nacionales: Vladimir Putin. Allí recurren al interfecto para asustar a los niños desobedientes. El Coco y el Hombre del Saco, con Putin en la palestra, no venden una escoba en Riga y en Vilna.

Para adecentar el proyecto a ojos vista de sus homólogos, y evitar un efecto mimético a escala continental con otras lenguas locales, no se le ocurrió mejor idea a Albares que declarar campanudamente que el español “era un caso único y excepcional y que el codiciado reconocimiento de oficialidad sólo habría de aplicarse a nuestras lenguas regionales”. Chimpún. No dio con mejor manera de certificar que la poliglota verbena era otra de las exigencias de sus socios parlamentarios para garantizar la investidura de su jefe de filas. Y aún se enredó con una oferta de ultimísima hora… una oferta que nadie en su sano juicio podría rechazar: limitar finalmente sus pretensiones a la lengua catalana. O cómo hacer de la chapuza más burda troncal elemento de la alta política internacional.  

La apuesta por la oficialidad plurilingüe precedió en pocas fechas a la misión europea destacada a Cataluña para comprobar in situ las innúmeras bondades de la inmersión obligatoria en la escuela pública, tolerada, cuando no defendida con el cuchillo entre los dientes, por los sucesivos gobiernos de la nación y por la blandenguería de todos los tribunales imaginables. Nunca la resistencia catalana agradecerá bastante a Maite Pagaza y a Jordi Cañas, entre otros, su denuncia infatigable en el parlamento de Estrasburgo de la iniquidad connatural a ese infame y suicida modelo educativo. Con todo, recibidos los comisionados por la Consejera de Educación, Anna Simó, explicó ésta a los comisionados, displicente y contrariada por su intromisión, que el alumnado catalán aprende el idioma español en un registro culto, académico… ¡¡¡Mirando la tele!!! Le faltó añadir, de conformidad con el argumentario habitual, que también adquiere un provechoso dominio de la materia trapicheando con drogas al menudeo por calles y plazas, flirteando en la discoteca y yendo de putas. Una cosa por otra, esta vez tuvo la decencia de omitir la inverosímil trola, recurrente en el relato de nacionalistas y asimilados (PSC), consistente en que nuestros chicos terminan sus estudios acreditando el mismo nivel en lengua española, con dos horas semanales, que los escolares burgaleses. Toma castaña.

Al tiempo que se escenificaba esa astracanada, es desenmascarada por los medios una espía letona al servicio de Putin, agente en nómina de la FSB (antigua KGB). Tatiana Zdanoka se llama la criatura, militante del PCUS durante veinte años, hasta la independencia de la república báltica. Ha formado parte de la bancada de Los Verdes-ALE en coalición hasta que fue expulsada del grupo parlamentario por apoyar la invasión de Ucrania. Esas son las credenciales de Zdanoka, acérrima enemiga de la independencia letona de la antigua URSS, hoy Rusia, y en el mismo grado defensora de la independencia de Cataluña. Ese activismo pro-indepe está sobradamente documentado, pues la hemos visto en incontables ocasiones respaldando a golpistas en activo, y fugados, y sosteniendo pancartitas del tipo Freedom for Catalonia, Spain, sit and talk y otras majaderías por el estilo. Tan a menudo que uno piensa que la interfecta tiene aquí segunda residencia y que a estas alturas es ya una consumada “boletaire” de trochas y sendas bergadanas, además de voluntariosa integrante de un “esbart dansaire” (**).

Identificada la espía, bien entendido que en una causa donde el golpe de Estado queda en sedición, sus promotores son indultados, y el delito amnistiado, donde el terrorismo desaparece y se convierte en “cuquiterrorismo” de baja intensidad, el espionaje se aminora tanto que no pasa de chafardería en una corrala de vecinos, irrumpe Putin en escena y lanza una “fatwa” (o “fetua”) post-comunista contra Kaja Kallas, la primer ministro estonia. La dama está en busca y captura desde hace un par de semanas y uno se figura que si es mujer cabal ya habrá adoptado las pertinentes disposiciones testamentarias. Y haría bien en no darle la espalda a Zdanoka.

Por lo que sé, las capitales bálticas son un destino turístico en auge y al parecer allí el coste de la vida es ventajoso a nuestro poder adquisitivo, de tal suerte que sopeso la idea de viajar hasta Tallín, la capital estonia, una ciudad con un casco histórico medieval que es una maravilla, dicen. Y a no mucho tardar, antes de que el polonio jubile anticipadamente a la señora Kallas y de que las divisiones acorazadas del oso ruso atraviesen la frontera.

(*)   “La revolución de las sonrisas”

(**) “Grupo de bailes tradicionales”

El bien y el mal. Tatiana Zdanoka y Kaja Kallas. ¿Irán de la mano belleza y virtud? ¿Quién es quién?

El poli de la porra

Hará cosa de un par de semanas asomó la cabeza entre la cartelería callejera de mi barrio (Pueblo Seco), copada de condenas a Israel y apoyo incondicional a los terroristas de Hamás, una pieza dedicada, arrea, a Daniel Hermoso, agente del Cuerpo Nacional de Policía infiltrado en los ambientes extremistas afines a CUP. La noticia tuvo eco tiempo atrás, un año como poco. El caso trajo bastante “cola”, y nunca mejor dicho, pues la “cola” fue la herramienta que empleó el heroico agente para hacerse un hueco en ese mundillo.

Los autores del cartel (se reproduce en esta tractorada) daban la consigna de difundirlo por las redes y exhibirlo en centros cívicos y vecinales de la cuerda, es decir, todos, siempre dispuestos a ese tipo de amenidades. El pasquín de marras incide en la supuesta condición de torturador del vilipendiado agente. No se aclara el tipo de torturas a las que sometió a sus víctimas indefensas, pero es sabido que éstas últimas le acusaron, una vez que fue “mordido” (en argot, descubierto o desenmascarado), de practicar con ellas sin compasión, valiéndose de zalemas, arrumacos y promesas de amor eterno, la “tortura emocional”. Como dicen ahora los voceros de la ideología de género, un “amor tóxico” y mendaz. Canalla, me has deshonrado… me quitaste la flor y ahora, si te he visto, no me acuerdo.

Los agentes del orden no pasan por su mejor momento. Hemos tenido un vicepresidente que no ha mucho tiempo confesaba, con los ojos entelados por el llanto, que se emocionaba viendo imágenes de policías antidisturbios pateados en el suelo en manifestaciones de la izquierda radical. El mismo que luego solicitaba trémulo toda la protección del mundo (la Guardia Civil caminera) cuando unos pocos ciudadanos se manifestaban sin cometer exceso alguno ante su casoplón en Galapagar, perpetrando la felonía atroz de ondear ante sus narices la bandera nacional. Tuvieron sanción disciplinaria agentes de los Mossos, sea el caso de la combativa Inma Alcolea o de aquel otro que alcanzó notoriedad con su lapidaria sentencia a un exaltado aborigenista: “La república no existe, idiota”.

Otros muchos fueron heridos de gravedad en los disturbios protagonizados por las enardecidas masas, teledirigidas desde el gobierno golpista de la Generalidad de Cataluña, en septiembre/ octubre de 2017 y altercados posteriores. Los días de vino y rosas de «la revolució dels somriures». Actos de extrema violencia que pasan hoy a denominarse “cuquiterrorismo”, de conformidad con las componendas que impulsa este inicuo gabinete para urdir la nefanda Ley de Amnistía a favor de sus socios parlamentarios. Agentes, además, humillados por el gobierno de aquella hora: el barco “Piolín/ Silvestre”, la segunda Armada Invencible, como patrocinado por las teleseries de animación infantil de la casa Warner. Recientemente, hemos sabido de la clamorosa desprotección de las patrullas que combaten el narcotráfico en el Estrecho y áreas colindantes, y del desmantelamiento de la unidad especializada en dicha materia por decisión del ministro Marlaska al dictado, acaso, del gobierno marroquí. El resultado: dos agentes asesinados en aguas de Barbate.

De modo que el agente Hermoso del CNP es un torturador. El apellido hace al monje. Pero la acusación no ha sido suficientemente acreditada, que sepamos. Cierto que se valió de la porra para socializar con sus víctimas, pero no de la reglamentaria, es decir, la porra recauchutada de su dotación para tundir la cocorota a los malhechores. Tampoco se ha probado que utilizara las esposas para inmovilizarlas y tenerlas a su merced. O que repartiera unos cachetitos en los cuartos traseros, idóneos, dicen los más refinados expertos en la ars amandi, para disciplinarlas y estimular el riego sanguíneo. Con todo, las torturas hipotéticas tienen la pinta de tratarse de “torturas” diferidas, pues el día de autos, o de implementación efectiva del suplicio, para entendernos, las víctimas no eran conscientes de su condición de tales. Muy al contrario, la sospecha generalizada apunta a que las muy incautas se prestaron de grado al tormento, con una actitud similar a la renuncia y al martirio de los primeros cristianos. Y que sus gruñidos y jadeos no fueron motivados por el dolor, precisamente, que habría de provocarles el manejo, sórdido, del punitivo “instrumental”.

Algunas mentes entenebrecidas por sombríos pensamientos aducen que en realidad fue el agente señalado por las “cuperas” despechadas la verdadera víctima, habida cuenta que el mecanismo elegido para su infiltración en ese nicho ideológico supone un esfuerzo titánico, agotador, una gran presencia de ánimo, templanza y coraje más allá de lo exigible, amén de indudables capacidades físicas y mentales para repetir el “operativo” sin desfallecer. Los hábitos de aseo comúnmente asociados al colectivo afectado, no invitan a las personas escrupulosas al trato más íntimo. No pudo el agente prescindir posteriormente, es cosa segura, de un fuerte apoyo psicológico para aminorar el desencadenamiento de un episodio de crisis mental, traumático, devastador. Amén de las preceptivas revisiones clínicas para descartar la aparición de un contagio venéreo.

Si no recuerdo mal, las víctimas “infiltradas” en carne propia alegaron a toro pasado que fueron utilizadas por el cansadamas, por el donjuán de incógnito. Que éste no fue sincero con ellas y que de andar avisadas de su profesión y sus aviesas intenciones, jamás habrían cedido a sus requerimientos galantes, ni habrían consentido los retozos, ni convertido su lecho en una improvisada cámara de torturas. Y habrían huido, como del diablo, de la “porra” criminal en perfecto estado de revista. Argumentos que fueron desoídos por el juez, pues entendió el ropón que las interfectas tenían edad suficiente para discernir si les convenía o no abrazarse al supuesto victimario y que, a fin de cuentas, la vida está plagada de engaños y decepciones, y que la mentira puede ser reprobable moralmente, pero no es un ilícito penal.

No seré yo quien lance una piedra contra el amante impostor por su recurso a las añagazas, pues recuerdo que en mi juventud, inconsciente y boba, para darme poleo e impresionar a las chicas, repetí en más de una ocasión que era capaz de retener el aire en la gola y modular unos versos, “¿Volverán las oscuras golondrinas de tu balcón sus nidos a colgar?”, en formato de eructo articulado. «¿Usted qué sabe hacer?». Pero lo cierto es que jamás completé a regüeldos los dos endecasílabos y, en definitiva, el torpe y ridículo subterfugio amatorio nunca tuvo éxito. Pero sé de otros y de sus ardites aún peores que el mío. Sólo que nada diré.

Mi consigna es: “Siempre con la porra a punto”. Si el servicio lo requiere, allá voy con todo, guapa. ¿Te torturo en tu casa o en la mía?

«Discapacitado constitucional» Urtasun (por el artículo 49)

Ernest Urtasun, ministro de Cultura del gobierno de “Pinganillo” Sánchez, es un «discapacitado intelectual» en toda la extensión constitucional del término. Si alguno de ustedes es seguidor del espacio radiofónico de Santiago González, “La república de los tonnntos” (en “es.Radio”), coincidirá conmigo en que el interfecto milita por sobrados méritos en esa nación tan populosa. Dispone de pasaporte “VIP”. En su caso, tonto es poco, un adjetivo de insuficiente alcance para definir al personaje. Urtasun se estrenó en el cargo rindiendo homenaje a la poetisa Gloria Fuertes al cumplirse “medio lustro” de su fallecimiento, esto es, según el ministro, la nadería de “veinticinco años”. Acaso tan curiosa notación remita a eso que ahora llaman “Matemáticas afectivas” con las que se pretende paliar el pésimo desempeño de nuestro alumnado en operaciones aritméticas tras el desolador informe PISA. Medio lustro: 25 años. Sensacional.

El apellido del “fistroministro” (*) me confunde de primeras, pues no sé por qué al punto se mezclan en el magín Urtain, el mocetón de Cestona, y Paulino Uzcudun, dos legendarios campeones del boxeo español. Para evitar traspiés le llamaré, sólo para este comentario, Tontasun, apelativo la mar de musical y que hace justicia a perla tan granada del nuevo gabinete. La importancia, titularía Óscar Wilde, de apellidarse Urtasun

Días antes de las últimas elecciones generales se rumoreó en los mentideros capitalinos que “Pinganillo” Sánchez rescataría a Ada Colau, la que fuera alcaldesa de Barcelona durante un par de inolvidables mandatos, para ofrecerle la cartera de Vivienda, ahí es nada. De tal suerte que, avalada por una gestión que ha dejado huella, lo que fue un estropicio local habría adquirido una dimensión nacional. Afortunadamente, la interpelada replicó que en ese momento de su vida no le apetecía desempeñar un cargo de esa naturaleza. Confiemos en que, para tranquilidad de todos, incluidos sus votantes, su “inapetencia” se prolongue indefinidamente ante cualesquiera desempeños que guarden relación directa con el manejo de fondos presupuestarios.

Hemos asistido recientemente a un caso similar, aunque de menor rango, pues la alcaldía de Barcelona o un ministerio son muy codiciadas piezas a cobrar. Se trata de un tal Serrano, amigo íntimo del presidente “amnistiador” que ha tenido la deferencia de arrasar Correos, hasta hoy empresa pública, y que ha sido recientemente recompensado con la capitanía de las Autopistas del Estado, también acaso con la secreta misión de hacer trizas toda la red viaria en una legislatura… por aquella antañona fobia que tienen las izquierdas radicalizadas a un paisanaje motorizado, pues eso de andar con vehículo propio es un lujo alienante y burgués que no debería permitirse el proletariado, habiendo como hay trenes y guaguas que, además, son menos contaminantes. Se dibuja en lontananza un futuro apocalíptico para la automoción a lo Mad Max con música de fondo de AC/DC: “Autopista al infierno… conduce Serrano».  

Se ha comentado en algunos medios, por el desconcierto que han provocado las muchas y delirantes declaraciones de Tontasun, y que en muy poco tiempo se ha labrado una envidiable reputación, que el nuevo dignatario procede de la antigua ICV, la formación ultracatalanista de izquierdas integrada hoy en Sumar (o en Podemos, o cualquiera sabe). Quiere ello decir, que habiendo declinado Colau la cartera ministerial, quizá por no colmar ésa (Vivienda) sus secretas aspiraciones, habida cuenta su valía e indiscutibles condiciones de estadista, la alcaldesa ha colado por cuota de partido a Tontasun. Como hizo con un tal Castells en el anterior ejecutivo, albaceteño de cuna y gran admirador de ETA, sustituido por otro de su cuerda, un tal Subirats, ambos a la par en su inane y prescindible mandato al frente de un así llamado Ministerio de Universidades. El interés que ha despertado la figura del “fistroministro” Tontasun ha llevado a los más meticones comentaristas a zambullirse en sus orígenes y han descubierto que el antedicho creció en el seno de una muy señalada familia barcelonesa de obediencia falangista. En el presente caso, la ejecutoria intelectual y política del joven Ernest supone una clara involución con respecto a sus mayores.

A Tontasun le desquicia, así lo ha confesado, que cada vez más jóvenes catalanes utilicen la lengua española en sus conversaciones privadas, de conformidad con lo que algunos estudios sociolingüísticos afirman sobre el particular. Los talibanes de la lengua catalana, Urtasun es uno de ellos, abominan de esta suerte de “traición” idiomática. Es sabido que la izquierda en general, y los comunistas especialmente, son partidarios de colarse en el ámbito de lo privado, de lo íntimo y doméstico para moldear a conciencia los hábitos del personal. Quieren saberlo todo de ti, en plan “Gran Hermano” orwelliano. Ignora el fistroministro (ya sin comillas) que, precisamente, crece la proporción de jóvenes que entre sí se comunican en español porque ven en el catalán una lengua antipática, la lengua de las prohibiciones, de las multas, de los profesores adscritos al adoctrinamiento, la lengua de los exámenes, del papeleo oficial, la lengua de la “Stasi” (Plataforma per la Llengua, “activistas” subvencionados con nuestros impuestos que espían a los niños en el recreo) y deciden huir de ese control asfíctico refugiándose en la lengua, hoy, de la libertad y de la disidencia heroica. Esa broma de que las lenguas son herramientas para la comunicación es un chiste viejo y apolillado. Son, en realidad, marcadores étnicos e instrumentos para erigir barreras entre personas y criterios de discriminación, acompañados, o no, de porrazos en la cabeza.

También arremete Urtasun contra la tradición museística. Una divisa que sorprenderá a algunos, pero que es uno de los vectores (léase cualquier ensayo de Douglas Murray) omnipresentes en las teorías de la cancelación y en la cosmovisión woke hegemónica en Occidente. Se trata de “descolonizar” museos. Ha enfatizado mucho esta melonada sublime en las últimas semanas. Los museos son herencia del pasado, artefactos “demodés”, templos del expolio y de las apropiaciones culturales, instituciones propias de los regímenes que han practicado el colonialismo. Hay que acabar con ellos, cerrarlos y devolver las piezas a sus tribus originarias, si se diera el caso. Por ejemplo, si nos encontramos en una vitrina del museo Etnológico con una máscara ceremonial de los masco-piros del Amazonas peruano o con un tocado de plumas de casuario de los antropófagos bimin-kuskusmin de Papúa-Nueva Guinea, se embalan y de vuelta a casa. A tomar por culo. Pero la fórmula habría de aplicarse a todo, lo mismo a la “Dama de Elche” que a las pinturas románicas que se exhiben en el Palacio Nacional de Montuïch y que habrían de regresarse al valle de Bohí y al Pallars Jussá (Jussà). A escala global, lo mismo sucedería con unos mármoles helenísticos en un museo ateniense (o londinense) encontrados, sea el caso, en el Epiro, habiéndose de dilucidar hoy si la pieza en cuestión se reintegra a Grecia o a Albania. Y así ad infinitum.

Tontasun se ha declarado fan de esos “activistas” que “vandalizan” obras de arte en museos, pegándose con cola a los marcos de celebradas obras, lanzando botes de pintura o inciertos y pegajosos engrudos, como hemos visto hace unos días en París. Por lo general esos iluminados eligen pinturas figurativas fácilmente reconocibles. Jamás atentan contra lienzos de Pollock o de Tápies, pues su airada intervención podría mejorar considerablemente la calidad artística de las composiciones, y ése no es el efecto perseguido. Tontasun es de los que aplauden con las orejas todas esas amenidades.

El fistroministro Tontasun es, sin la menor duda, la persona más incapaz que ha detentado un cargo público de cierta relevancia, superando a Montilla o a la alcaldesa Colau. Y eso que es nuevo en la plaza. Tonto, muy tonto, no malvado, que eso lo ignoro. Pues malvados y tontos, aquí por incultos, también los hay por batallones, sea el caso del mismísimo “Pinganillo” Sánchez, sólo que éste, aún ignorante, es un pillo de siete suelas sin escrúpulos.

Tontasun dará mucho juego en la medida en que su talante le impela a lucirse, que no sepa contenerse a la hora de hacer declaraciones si le colocan una alcachofa a tiro. Nos recuerda al ministro absolutista Calomarde, convertido artículo a artículo en un personaje odioso por Mariano José de Larra. Si Tontasun se mantiene fiel a sus principios será acreedor a tantos alfilerazos y metafóricas bofetadas como aquélla famosa que propinó la infanta Luisa Carlota a Calomarde al reponer éste la Ley Sálica. El ministro, dicen, replicó elegante aquello de “manos blancas no ofenden”. Una frase lapidaria y ocurrente que cancelaría Tontasun de grado alegando en la misma carga y sustancia racista y colonial.    

 

Que no, que lo repito una y mil veces, que me apellido Ibar… nada tengo que ver con el fistroministro Urtasun… al próximo que me relacione con ese botarate le arreo un guantazo que le dejo K.O, declaró el campeonísimo desde el cuadrilátero

(*) “Fistroministro”: neologismo inspirado en la lengua chiquitistaní creada por el llorado humorista Chiquito de la Calzada y dedicado a Ernest Urtasun por su torpeza colosal

¿Izquierda y Española? ¿Y si… sí?

Como dicta el sentido común, por creer en el inalienable derecho a la propiedad, sea mucha o poca, y que no es usurpación, en la libertad y en la igualdad de derechos civiles y políticos, y pocas cosas más, me tengo por persona de derechas, no menos que el caballo de Atila. Pero por cuestiones intestinas de nuestro devenir como comunidad política saludo con entusiasmo (“sin acritud, incluso con simpatía”), quién me lo iba a decir, la fundación de un nuevo partido político: Izquierda Española.

Diré por qué. Tras un somero repaso a estas últimas y convulsas décadas se ha puesto de relieve, sin tapujos ni ambages, como muchos pensamos desde hace tiempo, que el PSOE es el auténtico cáncer de España. Esto es particularmente evidente desde el aterrizaje en Moncloa de los dos mayores traidorzuelos de nuestra historia reciente, Zapatero y Pedro Sánchez, convenientemente auxiliados por el huevón y pichazas de Rajoy, éste último por desidia y pereza. EL PSOE, dejando a un lado su deleznable trayectoria (amenaza de atentado terrorista contra Antonio Maura la primera vez que Pablo Iglesias Posse toma la palabra en el parlamento, atentado que, en efecto, se cometió, el golpe de octubre del 34 junto a ERC contra el legítimo gobierno de la II República, etc) ha rescatado de los infiernos a ETA, convirtiendo a Bildu (Batasuna) en un socio preferente, o “la victoria del vencido”, y al golpismo catalanista que languidecía fantasmalmente en Waterloo sin que ya nadie echara cuentas de ese orate de Puigdemont obsesionado con la idea de morir envenenado por agentes del CNI.

Ni siquiera el codiciado galardón («traidorzuelos») corresponde a esa reliquia feudalizante de los nacionalismos periféricos que, va de suyo, propenden a hacer su agosto ejerciendo de minorías “etnoides” en el Congreso de los Diputados. Quitan y ponen gobiernos, votan los presupuestos generales a cambio de prebendas circunscritas a muy limitadas coordenadas geográficas y crean de continuo agravios territoriales, desigualdades entre personas y deslealtades institucionales insoportables. Se han ofrecido indistintamente a los partidos mayoritarios, aunque es cierto que sus demandas son hoy, se ha producido una parasitación osmótica, prácticamente indiscernibles de la profesión de fe hispanicida del abyecto PSOE de Pedro Sánchez. La amical conchabanza de éste último con el brazo político de ETA, entrega de la alcaldía de Pamplona y gobierno de coalición en Navarra, son las mayores asquerosidades a las que hemos asistido en varias generaciones. Cabe decir que, si no fuera porque han matado mucho y porque está en su ADN urdir políticas excluyentes cuando tocan pelo, los planteamientos de los irredentismos regionales nos arrancan una sonrisa indulgente con sus desvaríos folclóricos y toda suerte de patochadas… que si el reino de Breogán, la batalla de Arrigorriaga o las intoxicaciones historicistas del aborigenismo catalanista, sea el caso de la “Diada del 11 de septiembre de 1714”.

No seré yo quien le diga a Izquierda Española qué senda debe transitar. Espero y deseo, por ellos, y por todos, que hayan aprendido algo de nuestra Historia contemporánea y no enarbolen la tricolor “segundorrepublicana”, una bandera-fake que sólo toleran y sienten como suya los enemigos de España. Esa bandera ya inició su siniestro periplo por el camino de la impostura, tomando como referente un estandarte descolorido, por defecto de pigmentación, trastocando en morado el bermellón comunero. Ahí tienen a mano, si les place, la bandera de la I República, que respetó los colores nacionales, prescindiendo tan sólo de la corona dinástica. Ojalá no metan la pata, pues bien saben qué bandera sentimos y llevamos los españoles no renegados a diferentes eventos, sea el caso de los partidos de fútbol de nuestra selección nacional (bien entendido que un servidor se borra para los restos de animar a la selección femenina) y qué bandera, en cambio, enarbolan los sindicatos “orgánicos”, CC.OO y UGT en sus manifestaciones, partidarios que son de la emética cochambre de Ley de Amnistía.

Y, si además, la gente de Izquierda Española no es especialmente receptiva al variopinto surtido de majaderías “woke” de efecto aniquilador para Occidente, pues mil sobre hojuelas. Gansadas “woke”, nadie se libra de su hongo atómico perturbador, que incluso calan en el ámbito de la derecha más amansada. Habrán de poner énfasis en eso que llaman “agenda social”, suponemos, con su correlato obligado de paguitas, subvenciones, aumento del déficit y deterioro de la calidad de los servicios públicos, en particular de la instrucción (“educación”) y de la asistencia sanitaria, de conformidad con los usos tradicionales de la izquierda, o sea, su probada ineptitud en la gestión de tales materias. En definitiva, en “lo social”, aquello que repetía hasta la saciedad Solís Ruiz, “la sonrisa del régimen”, un señor que por ser natural de Cabra fue toda su vida egabrense.

Permitan los cielos que Izquierda Española cuaje, a pesar de las melonadas “sociales” que nos atizarán, contraproducentes casi siempre para el interés social genuino, y le hagan un roto electoral al PSOE y a los diferentes abscesos purulentos que orbitan a su alrededor, entre otras cosas para que ese bodrio troglodita de los nacionalismos que tanto condicionan la política española y la convivencia entre españoles quede relegado al lugar que en justicia les corresponde: la fantasía brumosa del bucle melancólico, que diría Jon Juaristi, o la intimidad de la alcoba, en palabras de Arcadi Espada. Ya se discutirá uno con ellos cuando toque, pero al menos sabemos, y con ellos coincidimos, en el marco territorial, cultural, histórico y afectivo, en definitiva, nacional, sobre el que pretenderán aplicar sus políticas equivocadas, lo mismo en Cádiz que en Barcelona, en Orense que en Calatayud.

No combinaron bien los ingredientes de Ciudadanos y UPyD en la coctelera (no hubo química entre Rivera y Rosa Díez) para elaborar una consistente opción de centro-izquierda nacional, y fue una verdadera lástima, pues ya se advertía entonces la deriva que tomaba el PSOE bajo la égida de Zapatero, ese diablillo menor que bastardea alegremente el pasado elevando su selectiva desmemoria familiar al rango de Ley y que ahora se gana las lentejas, muy bien por cierto, ejerciendo de “garçon del pis” y de correveidile de las narcodictaduras bolivarianas.

De modo que le deseo un buen estreno electoral en este 2024, elecciones europeas, a la naciente formación, que en lo nacional se publicita antípoda del particularismo. No sea que nos tengan que recordar de nuevo, con relación a la izquierda en España, aquella admonición dantesca del lasciate ogni speranza. Pero qué caramba. En ningún sitio está escrito que por ser españoles y de izquierdas deban sus propios besarle el trasero lacayunamente a las diferentes advocaciones separatistas que en España son. Tienen por delante, arrea, la ardua tarea de explicar a los votantes del PSOE, que en general no brillan por su desempeño intelectual, que nada hay de progresista en los resentimientos nacionalistas vasco y catalán, producto ambos de una etnografía “racistoide” (Sabino Arana, “Doctor” Robert, Prat de la Riba y otros) para consumo exclusivo de clases medias aterrorizadas por la amenaza de proletarización durante el primer tercio del siglo pasado. Un fenómeno sociológico, de naturaleza emocional y sectaria, pintoresquista, que promueve la obtención de derechos diferenciados por lugar de nacimiento y hace de ello el busilis de su sectarismo.

¿Se figuran? ¡Albricias! ¡Una izquierda española con representación parlamentaria que no odie a España! Yo quiero verlo antes de irme al otro barrio. Y no te digo nada si no se ponen del lado de esa gentuza miserable de Hamás, socio internacional preferente del gobierno de Pedro “Pinganillo” Sánchez, de la mano, ahora también, de los hutíes. Ya sólo le falta a ese felón colosal estrechar lazos con Boko Haram.

¿Izquierda y española?… son conceptos antitéticos, declaró Pedro Sánchez tras lustrar a lengüetazos el calzado de Aragonés (nieto de franquista) durante su última entrevista. También mostró el presidente su buena disposición para trasladarse a Waterloo e higienizar por el mismo procedimiento la región perineal del fugado Puigdemont. Todo sea por la convivencia.

PS.- No se confundan… si han consultado estos días el obituario del digital Vozpópuli, no es Carod Rovira el señor calvorotas, con gafas y bigote que ha pasado a mejor vida. Se trata del gran actor Juli Mira… al que hará compañía, descanse en paz, José Lifante, secundario de lujo y barcelonés de cuna (y sepultura)

B2: Taxi driver

Tiempo atrás parabas un taxi y te encontrabas con un señor al volante, a menudo un agente de policía pluriempleado, y algo te decía que debías de ponerte serio, envarado y adoptar un tono de cierta gravedad. “Caballero” por aquí, “caballero” por allá. No pocas veces sorprendías un afiche incrustado en la palanca del cambio de marchas con los colores nacionales e incluso con el águila de san Juan. Y un san Cristóbal en el salpicadero, antes de que se comercializaran esos muñequitos articulados de Elvis o de El Fary. Pero ya ha llovido desde entonces a pesar de la pertinaz sequía.

Hace apenas unos días leí en un diario digital que la mayor asociación de taxistas de Barcelona, Élite Taxi, avala la exigencia de un nivel de desempeño notable en lengua catalana (B2) para obtener la preceptiva licencia y ejercer la profesión. Arrea. El líder de esa suerte de sindicato se llama Tito Álvarez, conocido por su vinculación a los hinchas del Barça más radicales, los Boixos Nois, grupo de “animación” que cuenta en su haber con algún que otro apuñalamiento mortal. El bagaje del interfecto no tiene desperdicio, pues ha presumido en las redes de sus íntimas reuniones (sin mediador internacional) con el fugado Puigdemont en la guarida de Waterloo. Ha unido su sindicato a la plataforma de autónomos afín a Podemos, año 2021. Y en el transcurso de un mitin, dedicó esta oda juglaresca a Isabel Díaz Ayuso, que ni Pierre de Ronsard: “Puta terrorista hija de puta”, algo reiterativa, pero contundente. El individuo es, salta a la vista, un auténtico dechado de virtudes. Cabe decir que insultar a la mandamás madrileña es un formalismo obligado en esos ámbitos y banderías, cuando se cultiva la cercanía de organizaciones y elementos como Podemos y Puigdemont, y equivale a hablar del tiempo “cambioclimatista” cuando coincidimos en el ascensor con un vecino de la finca.

El personajillo tiene lo que se dice mando en plaza en un servicio antaño público y que ahora ya no sabe uno catalogar con precisión una vez abierto el sector a la competencia. Sabido es que los unos pretenden blindarlo de lo que consideran una competencia ilícita y los otros se amparan en la libre iniciativa empresarial con arreglo a las leyes de mercado para decir que la suya es competencia, sí, pero no ilícita, si no legal, toda vez que los modelos monopolistas son vestigio del pasado. Estando así las cosas, y siendo difícil dirimir cuál es la solución más justa, cobra mucha importancia el perfil de quién o quiénes defienden las reivindicaciones de un colectivo. Quiere decirse que el colectivo alguna responsabilidad ha de tener en la catadura del equipo que gestiona y gobierna sus intereses. Quiénes y cómo. Y para mí los taxistas han perdido muchos puntos: casi todos y en una sola carrera.

No basta con que los nuevos operarios del taxi, reclutados a menudo entre trabajadores extranjeros (cuando menos en Barcelona), sepan mejor el recorrido que el cliente y le ofrezcan una carrera breve, rápida y con la más ventajosa traslación al taxímetro, para el usuario, se entiende, en lugar de pasearlos por media ciudad dando más vueltas que un perro perdido en un pueblo. De esas carreras interminables el anecdotario está lleno. De modo que los taxistas, por intermedio de Tito Álvarez y Élite Taxi, por aquello de confundirse con el paisaje, aplauden con las orejas la imposición del requisito B2 al volante.

Hace tiempo que no paro un taxi y, al margen de que la bajada de bandera esté por las nubes, como todo últimamente, me temo que más tiempo tardaré en hacerlo gracias a los preceptos lingüísticos de nuevo cuño promovidos por ese paladín de la automoción.

Pero hete aquí que si no teníamos suficiente con los taxis, nos dicen que el nivel B2 de marras (leo unas divertidas declaraciones de Ángel Escolano, abogado de Convivencia Cívica Catalana) también lo exigirán en adelante a los forenses, átame esa mosca por el rabo. Hasta ahora suponíamos que el trabajo de los forenses consistía precisamente en “hacer hablar” a los cadáveres a través de la autopsia para conocer causas y circunstancias de la muerte. Lo hemos visto en multitud de películas y series TV… un pelo aquí, una huella delatora, un poco de barro en los pies o piel bajo las uñas, signo de lucha anterior al asesinato, datos cruciales para la resolución del caso. Pues va el gobierno regional y rompe moldes: ahora es el forense el que tiene que hablar en la morgue, y en catalán, nivel B 2, aunque el finado sea de origen paquistaní y no sepa que diantre fuera aquello de “setze jutges mengen fetge…”. El forense habla y el silente fiambre escucha. Nace así, chúpate ésa, la “inmersión” fúnebre, mortuoria. Rodarán un día, Joel Joan será el detective, los apasionantes episodios de la teleserie titulada “CIS-Sant Joan de Vilatorrada” a emitir por TV3 (o en su defecto por la desconexión para Cataluña de RTVE, de la que un día hablaremos más extensamente).

Si lo anterior parece una broma macabra, que el consejo comarcal del Bajo Llobregat (Baix Llobregat), compuesto por municipios como Cornellá, El Prat, Sant Boi o Castelldefels, donde el español es la lengua familiar predominante, exija incluso una titulación superior (C1) para combatir las plagas de mosquitos, no habría de sorprendernos. Pero nos sorprende, pues a las larvas del mosquito tigre les importa un pimiento en qué lengua habla el tipo que las fumiga. Si es que habla, pues bien podría ser mudo de nacimiento y sin que ello reste eficacia a la mortandad, bzzzzz, causada por el letal pesticida. Aquí no cabe un tonto más… mentira, siempre se puede hacer sitio a poco que nos apretamos.  

“Sí, amigo… yo llevar a donde tú decir. Y… visca Barça, som una nació. A mi gustar sahib Puigdemont

————————————————————————————————

PS.- El tonto útil de Antonio Orozco abandona los escenarios por una buena temporada para dedicarse a la crianza de sus hijos. ¡Bendito sea el Señor! Le deseamos una numerosa prole y que no tenga prisas en volver, que las prisas son malas consejeras y suben la tensión (véase la entrada “Justo Antonio Orozco Molinero”).

Hamás: socio preferente de «Pinganillo» Sánchez

Hachas pequeñitas son las herramientas imprescindibles que han de figurar en lo sucesivo en el kit básico del yihadista. Tras el ataque sanguinario perpetrado por los matarifes de Hamás, han aparecido manuales del “buen” terrorista en la impedimenta de los elementos abatidos por las tropas israelís. Instrucciones para torturar, degollar, decapitar, desmembrar, descuartizar y violar. Todo un conjunto de técnicas y saberes para optimizar el rendimiento del progromo y difundir el terror entre las víctimas, preferiblemente mujeres, ancianos y niños. Y éstos últimos, cuanto más corta es su edad, tanto mejor, pues mayor es el impacto psicológico causado en el enemigo. Éste es el motivo por el que los asesinos han priorizado a los bebés en su espeluznante escabechina, decapitando unas docenas de ellos.

Tras rendir pleitesía el recién investido Pedro “Pinganillo” Sánchez a Bildu (Batasuna/ETA), se funde poco después con Hamás en un abrazo fraternal, haciendo suyas las reivindicaciones de éstos y éstos agradeciéndole calurosamente su solidaridad. Faltó poco para que Netanyahu, del que dicen es un tipo rencoroso y vengativo, le estrangulara con sus propias manos durante la entrevista que mantuvieron ambos dirigentes días atrás. Lo que se ha filtrado de esa reunión es que el mandatario israelí, como réplica a las hirientes palabras de Sánchez, le mostró imágenes no difundidas de la dantesca matanza recopiladas por el Mossad. Ni por esas cambió Sánchez su discurso en una comparecencia posterior en el paso fronterizo de Rafah. Hablando del Mossad, no puede uno si no recordar esa magnífica película de Spielberg titulada “Munich”. Y aunque es evidente que la inteligencia israelí no supo prevenir el demoledor ataque terrorista, sabido es que devuelve los golpes elevados a ene sin importar el cómo, el dónde y el cuándo. Traen la lección bien aprendida. Del Mossad esperamos sus admiradores grandes cosas.  

Los terroristas y sus defensores en los medios españoles cuestionaron la noticia de la escabechina premeditada de bebés y dijeron que se trataba de un bulo interesado difundido por los publicistas de Netanyahu para decantar la opinión pública mundial del lado del “agresor” israelí. Una especie de “bulo del culo” pero a una escala de horror indescriptible. Episodio que corría a la par que el ataque contra un hospital en Gaza que causó centenares de muertos y heridos y que los partidarios de Hamás (Ione Belarra, Irene Montero, es decir, el gobierno español, y RTVE, el mismo “es decir” de antes) atribuyeron inmediata e indubitadamente al “genocida judío”, circunstancia que habría de permitir la apertura de juicio en el Tribunal Penal Internacional por crímenes de guerra.

Aunque hubo pruebas convincentes, devastadoras, de que fue Hamás quien, acaso por error, se metió el gol en propia meta, su partidarios, lo dicho, erre que erre con la autoría hebrea de la masacre. Una vez que se ha demostrado que Hamás lanzaba los cohetes desde justo detrás del hospital de autos, utilizando el edificio como escudo, e interceptadas algunas conversaciones telefónicas de los victimarios, amén de las características de la explosión y de los daños causados (estudio balístico), el hospital ha desaparecido misteriosamente de los noticieros sin que nadie se haya visto obligado a rectificar sus primeras desinformaciones.

Un servidor tuvo la absoluta certeza de que era un autogol terrorista al ver por la tele la nauseabunda comparecencia del supuesto director de esa institución hospitalaria replicada en infinidad de noticieros. Ese montón de estiércol, con bata blanca y fonendo al cuello, salió hablando ante las cámaras rodeado de varios adultos que sostenían cadáveres de niños entre sus brazos. Ese alarde de roña y vileza era cosa impostada. Como es sabido, no es la primera vez que esa gentuza utiliza fiambres (preferiblemente infantiles) sacados a correprisa del depósito para “decorar” por sobreabundancia, y a beneficio de inventario, los daños ocasionados por un misil israelí, y de ese modo elevar el vector propagandista de la mortandad del ataque.

El hacha (o mejor hachita), dije antes, ha de figurar, pues, en las mochilas de los terroristas de Hamás junto a cargadores de AK-47, detonadores explosivos, machetes de hoja dentada y fulminante metanfetamina para infundir coraje a los futuros “mártires” en la comisión de sus planificadas tropelías, si es que se produce alguna vacilación y flojea el ánimo, copiando la receta psicotrópica de los legendarios pilotos kamikaze de la armada nipona. Y es que la arquitectura corporal de un bebé, por la menor superficie de contacto de su cuellecito, habida cuenta su reducido tamaño, requiere mejor de un hacha de pequeñas dimensiones si lo que pretende el aguerrido yihadista es decapitar a un peque no mucho más grande que un muñeco de peluche. Se necesita, con esas cositas lloriqueantes, una mayor precisión en las artes cisorias, las propias de un cirujano. Ya con el cuello de un adulto, la cosa cambia y se puede pasar a un hacha XXL, como ésas que empuñan los verdugos en las pelis de ambientación medieval.

También sabemos que los yihadistas que salieron de Gaza como perros babeantes agarraron a mujeres embarazadas en los kibutz y en las poblaciones fronterizas, les rajaron la tripa y les sacaron los bebés: cesárea mortal y sin anestesia. A la brava. Práctica abortivo-diferida a “lo doctor Morín”. Pero los asesinos no están solos y sienten y agradecen el aliento de solidaridad de países como Irán, Rusia, China, España, Venezuela e incluso la ONU (por boca de su Secretario General, Antonio Guterres). Uno de esos héroes, oculto tras un pasamontañas, llamó por teléfono a su mami (conversación interceptada) para participarle la buena noticia: “¡He matado a 10 judíos!”, dijo mientras el bebé israelí, una vez decapitado, y vertiendo su sangre sobre la arena ardiente, ya cabía perfectamente en la palma de su mano. Y su mami, claro es, orgullosa de las proezas de su retoño, se sumó a la fiesta que vimos estupefactos tras el ataque terrorista: gente por doquier levantando los brazos en señal de victoria (como cuando tu equipo marca el gol de la victoria en el tiempo de descuento), largando vítores hasta desgañitarse, bocinazos a tutiplén, disparando ráfagas al aire o rubricando con un “me gusta” los animosos mensajes en las redes de los simpatizantes españoles de Sumar y Podemos. En fin, una quermés, jolgorio a raudales: la madre de todas las verbenas. Felicidad apoteósica.

Y tampoco estarán solos en el más allá aquellos soldados del Profeta que sucumban en combate empuñando el alfanje contra las tropas israelís. Les aguardan arroyos de leche de camella y de miel en los que saciarán su sed y apetito. Y además, les endulzarán la eternidad la friolera de 70 huríes por barba. Que para los tales no es una metáfora ni cosa parecida, pues en la actualidad los musulmanes que cortan la pana interpretan literalmente los suras del libro sagrado. Y lo que allí leen, lo creen a pies juntillas, y quien cuestiona los párrafos de la divina revelación es un hereje. Y antes encontrará usted una aguja en un pajar que un musulmán… ¿Cómo los llaman?… moderado. A otro perro con ese hueso: un servidor ha tenido el cuajo de leerse el Corán.

Por cierto, causa admiración que en los versículos de su libro de obediencia nada se dice, misterio insondable, de la procedencia terrenal de las bellas acompañantes, las huríes, ni nada sabemos de los méritos que en vida contrajeron para reservarse ese papel subalterno, como de geishas, al servicio de los mártires instalados en el paraíso. Ése, en el mejor de los casos, es el rol asignado a las mujeres (“personas menstruantes”, según la RTVE sanchista) por el islam, pero sólo a las guapas y a las de más grácil cintura, claro es, pues no darán cancha a las menos agraciadas para bailar la danza del vientre en el edén mahometano.

Pedro Sánchez tiende puentes con Hamás, como otrora lo hicieran el conde don Julián, episodio entre veras y leyenda, y el witiziano obispo don Opas con las tropas de Tarik que cruzaron el Estrecho para acabar con la monarquía visigoda. Pedro Sánchez, preocupado, dicen, por cómo será recordado, ha de saber que él solito ha despejado la incógnita. Pasará a la Historia como traidor… porque lo es. El mayor de todos los tiempos, superando con creces a Zapatero, su padre ideológico-putativo.

Manejable hacha, ideal para decapitar bebés. Modelo que incorporará Hamás a la dotación de sus comandos. La adquisición del material (varios miles) correrá a cargo de la UE a través de los programas de ayuda a Palestina que gestionan directamente, y sin rendir cuentas a nadie, los mandos de la organización terrorista.

PD.- Collboni, como Colau, también le declara la «guerra municipal» a Israel. El último que apague la luz.

Lluvia de millones: ¿Quién da más?

Semanas atrás publicaron una curiosa noticia sobre nuestros antepasados. Al parecer la Humanidad, hace miles de años, anduvo a un tris de colapsar. Fuimos una especie en muy serio peligro de extinción, como hoy el lince ibérico o el tigre de Sumatra. Los estudiosos nos dicen que apenas quedaban 1.200 individuos en el ancho mundo. Ni 1.100, ni 1.300. Tal cual: 1.200. Sorprende esa precisión milimétrica en el censo de especímenes. Tiene uno la sensación de que la cuadrilla de paleoantropólogos se paseó cueva por cueva, de uno a otro confín, llamando a la puerta y preguntando “¿Vive aquí alguna familia troglodita?”. Y apuntaron en sus cuadernillos a todos los residentes. Se descontaron de uno que andaba despiojándose junto al río. ¿Las razones? Adversidad climática, competencia por la obtención de proteínas animales con otras especies mejor situadas en la cadena trófica, enfermedades, conflictos entre clanes o tribus… un verdadero carrusel de obstáculos.

Pues con esa misma y loabilísima precisión los separatistas catalanes han cifrado en 452.000 millones de euros del hala la deuda que España, y los españoles con ella, tienen contraída con Cataluña. Ni 451.000, ni 453.000. Tal cual: 452.000. En todo caso, calderilla. Lo que usted lleva en el bolsillo para los gastos corrientes del día: el café, la barra de pan y un cucurucho de castañas. Ésa es la cantidad que han puesto los golpistas sobre la mesa para apoyar la investidura de “Pinganillo” Sánchez, ése a quien la gente de bien llama “presidente felón” y ellos, en cambio, y por propio interés, “presidente filón”. Comoquiera que nos dijeron a todas horas en TV3 durante la fase anterior del “proceso” que la deuda neta “España/Cataluña” ascendía a 16.000 millones anuales (las otrora omnipresentes “balanzas fiscales”), quiere decir que el nacionalismo catalán pretende cobrarse de una sentada los últimos 28 años de la esquilma sistemática a que ha sido sometida nuestra desventurada región. Y aún nos hacen un favor porque, indulgentes y compasivos como son, podrían en derecho reclamar no 28, si no 300 años de expolio contumaz, de conformidad con su chapucera historiografía que un día imprimirán por fascículos en la tapa de los yogures “La Fageda”. 300 años que, burla burlando, van para 310 en 2024.

Si procedemos al prorrateo, cada español, excluidos los catalanes, y si las cuentas no fallan, habrá de rascarse el bolsillo por la bonita suma de 11.300 euros para saldar la deuda colosal. De modo que olvídense del próximo veraneo y del máster del niño en el extranjero. El autor del bulo fiscal, dicen, fue Pere Aragonés (nieto del último alcalde franquista de Pineda de Mar): “España nos roba”. La exitosa campaña fue idea suya. Y a esa patraña le dieron cuerda el consejero de Artur Mas, Mascolell, aquel señor con pelos de científico loco del que decían era un economista de prestigio internacional (el mismo que para justificar impagos a funcionarios regionales aludía tan graciosa como eufemísticamente a la expresión “tensiones en la tesorería”), y el “raholiano” Sala i Martí, omnipresente en la cadena regional luciendo sus americanas a colorines, responsable durante una buena temporada de las boyantes y ejemplares finanzas del Barça, ese referente mundial de los valores estrictamente deportivos (para tal región, tal club), el mismo que despotrica contra nuestra bellísima y elegante princesa Leonor equiparándola a la “niña del exorcista”. Bastaría con que Leonor le guiñara un ojo pícaramente a ese mamarracho, la copia mala del payaso de “Micolor”, para que el barbián, dicen que experto en garzonías con becarias y alumnas, la espichara de torrencial espermatorrea.

Pero, hete aquí, que el PSOE (*) sube la apuesta y, como diría el indocumentado de Alberto Garzón (ministro con trayectoria equivalente a la de Máximo Huerta, sólo que aquél desarrolló en cinco años lo que éste último en una semana), “ha proponido” una compensación de 560.000 millones (o 650.000, no recuerda uno la cifra exacta, pero qué más da y a quién coño le importa cuando no saben contar parados, ni muertos por el covid-19). La cantidad ofertada por “Pinganillo” Sánchez incrementaría la deuda individualizada en un 25% hasta la exorbitante cifra de 14.100 euros por barba. La negociación ha ido de esta guisa:

-Dame 452.000 millones.

-¿Pero qué dices, loco?… ¿452.000… sólo?… ¡Te atizo 560.000 y no se hable más!… Pues no soy nadie yo negociando…  

El rigor en los cálculos de unos y otros (ahora se habla mucho de la discalculia) es mejorable y en cualquier caso los datos son más falsos que un doblón de aluminio. Tanto que parecen cosa del Intendente de la Guardia Urbana de Barcelona contando manifestantes, por exceso cuando son separatistas y a la baja si son constitucionales, lo mismo a las órdenes de Colau que de Collboni. En definitiva: las magnitudes mensurables no dan tregua. Con el traslado del golpe, vía puente aéreo, de Barcelona a Madrid, los españoles habrán de pagar hasta el fin de los tiempos TV3 y su retahíla de contenidos sectarios e insultantes (audiencias infladas como globos aerostáticos, pues ni los nacionalistas más fanatizados tienen el cuajo, y se entiende, de seguir esa programación repulsiva y lesiva para la salud), las embajadas (a cada paso se abre una nueva, lo mismo en Tambacunda que en Pernambuco), el bodrio liberticida y antipedagógico de la inmersión lingüística en la escuela pública, subvenciones a porrillo a todo tipo de ediciones, lo mismo bibliográficas que discográficas a las que suscriben, por bemoles, a escuelas de primaria, institutos y bibliotecas municipales.

Y a los españoles, paganos de la verbena, no parece importarles demasiado tamaño derroche, encantados como están de hipotecar el futuro de sus hijos, sobrinos y nietos a la mayordomía de los particularismos aborigenistas e insolidarios, pues no en vano, en un sondeo publicado recientemente en un medio digital un 47% de los encuestados está a favor de la investidura de ese filón de felón. Alguien dirá que un 53%, a priori (desconozco la magnitud de los indecisos: “ns/nc”), está en contra y que es más, nada menos que 6 puntos. Un 11%. Sí, pero un 47% es mucho, casi la mitad de la población, lo que nos da una idea muy aproximada del nivel del paisanaje. Un 47% que avala la investidura y, al tiempo, una miríada de secuelas que de ella dimanan, como la amnistía a golpistas de cuello blanco, la malversación de caudales públicos, el desballestamiento definitivo de la independencia judicial, la instauración oficial de derechos civiles y políticos diferenciados, el desparejamiento territorial (el famoso federalismo “asimétrico” propugnado por el PSC en tiempos de Maragall). Es decir, la debacle de la democracia aún en su más laxa versión.

(*) PSOE, franquicia madrileña del PSC, partido que ha abandonado oficialmente “la senda constitucional” sumándose de grado al golpe de octubre de 2017.    

“Te lo hago por la cuenta la vieja. Quedamos 1.200 en todo el mundo. Los españoles somos el 0’7% de la población troglodita mundial, esto es, 8 individuos. Nos toca la nadería de 56.500 millones de euros por barba para saldar la “deuda histórica” con Cataluña. ¿Tú sabes cómo está la vida de achuchada? Apenas hay caza, los mamuts en peligro de extinción, la recolección de bayas y frutos silvestres una ruina con el asunto del cambioclimatismo… los dinosaurios llenaron la atmosfera de gas metano y aún lo pagamos… la fabricación de menhires ha caído en picado, las yescas para el fuego, por las nubes… y encima mi hijo se ha hecho “trans” y ahora quiere diseñar conjuntitos de pieles para la próxima temporada de glaciaciones. Bancarrota total… ¿Es que no has oído hablar de la “Gran Depresión del Neolítico Inferior”? Pues que pague tu p*** madre. Olvídate de mí”.

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar